A Q U I E N P U E D A I N T E R E S A R
Confesión de una delicuente.
Confieso que soy una delincuente:
- POR CUANTO cometo el delito de querer comer. De querer comer lo que mi organismo necesita. De querer comer carne de res para poder sustituir la proteína que el azúcar se come en la sangre y nos convierte en diabéticos.
- POR CUANTO cometo el delito de querer comer frutas y vegetales para aspirar a mejor calidad de vida y prolongar un poquito más la vida de micuerpo, que a este ritmo terminará por deteriorarse más rápido que el presunto promedio de vida de mi país. Por lo que siempre que puedo, que no es muy a menudo, compro la carne de res en bolsa negra que es siempre más barata que la de la shopping, y compro a revendedores los productos cuyo origen desconozco, ni quiero conocer, pero que se poseen calidad.
- POR CUANTO cometo el delito de comprar el yogourt a veinticinco pesos el pepino, más barato que en la shopping, la leche en polvo a treinta pesos la libra, los huevos a uno cincuenta cada uno, el aceite a treinta la libra y todo lo que nutra al ser humano al precio que el mercado negro ofrece, que es siempre menor que el precio estatal.
- POR CUANTO como para poder pagar esos precios, y como mi chequera no me alcanza porque encima de que es corta, de ella me descuentan el refrigerador y el televisor, realizo actividades ilícitas como son las de impartir clases particulares sin pagar licencia al Estado.
- POR CUANTO: no voy al cine, ni a discoteca, ni me visto a la moda, ni fumo, ni bebo, ni tomo café, porque no me puedo costear esos gustos, ni realizo el sexo desde hace mucho tiempo por temor a contraer enfermedades y a tener que comprar medicinas para curarlas con el dinero que tengo para comer.
- POR TANTO, como soy esclava de ese vicio que es el delito de querer comer, confieso que soy una delincuente y que mientras viva lo seguiré siendo.
Una cubana.