Tuesday 25 January 2011

El día en que mataron a la Profe.

Madalina Cobián
Tomado del cuaderno de cuentos “El otoño de una mariposa”.
    Se acercaban los días finales del mes de Agosto.  Se acababan las vacaciones y los alumnos se preparaban para ir a la escuela. Desde que me retiré sentía los meses de Septiembre con mucha nostalgia.  Añoraba el aula después de 37 años consecutivos frente  a alumnados de distintos niveles.  Ya casi este inicio de curso iba a pasar como los doce anteriores, cuando surgió algo que me inquietó.
  Cuando regresaba de buscar el pan, me encontré con Ramón, antiguo compañero de trabajo que me preguntó:
-          ¿Profe, ya se enteró?
-          ¿De qué? -Le pregunté.
-          Hay una  nueva convocatoria para los profesores retirados.  Aumento de salario, plus por condiciones de trabajo.  Reconocimiento de la antigüedad anterior, más  la adición del nuevo tiempo de servicio con un alto porciento de bonificación  para sumar a la pensión cuando se produzca un  segundo retiro.  ¡Y todo eso sin tener que renunciar a la chequera! 
-          ¡No me digas! ¡Que bueno está eso! ¿Te vas a incorporar? – le pregunté.
-          ¡Por supuesto que sí!  Ya me contraté en el Instituto Tecnológico de Economía que queda a dos cuadras de aquí. Y Ud. ¿No se embulla?  Se están priorizando a los profesores de Español y Literatura como Ud. dado a la gran necesidad de mejorar la ortografía del alumnado y de los profesores jóvenes.
-          ¿Si? ¿Entonces eso debe ser como una nueva Campaña de Alfabetización?- Pregunté yo, recordando los logros de los viejos tiempos.
-          ¡Por supuesto! ¿Y quienes mejores que nosotros para llevarla a cabo?
-          Está bien. Lo voy a pensar.  Gracias.
     Cuando llegué a mi casa, comencé a hacer un análisis de mi situación económica, de la situación ortográfica del país y de mi nostalgia por el aula, y luego de largo rato terminé convenciéndome a mi misma de lo útil que yo podría ser todavía y de lo útil que me podría ser esa entrada de dinero, siempre que el sacrificio no fuera mucho.  Además tenía que pagar el refrigerador y el aire acondicionado nuevos que compré a crédito a cambio de entregar sin remuneración  alguna, mi equipo de aire ruso y mi refrigerador americano, cosa que hizo todo el mundo en mi país y que el banco me estaba descontando de la chequera..
   Al otro día me presenté en la instalación que ya me había mencionado Ramón, por ser la más cercana, a buscar información. La Manzana de Gómez.  Edificio secular de cuatro plantas que ocupara toda una manzana urbana, como decía su nombre, donde a inicios de Siglo XX se desarrollara  casi toda la actividad comercial de la ciudad.  Pudiéramos decir que el Trade Center de La Habana con un siglo de su  historia económica.
  No había luz en los bajos, ni en las otras plantas tampoco, salvo una lámpara de luz fría a la entrada de la segunda planta a la salida del primer tramo de escalera, enrejada, además. Los pasamanos de la escalera competían en opacidad con el piso de cada planta, lo que indicaba la ausencia de agua en el local.  La primera impresión que me dio la escuela fue la de una cueva de murciélagos cuando entra un rayo de luz.  Me imaginé el aletear de estos animales por sobre mi cabeza y por todos lados y me estremecí un poco, pero seguí.  Yo había pasado por cosas peores en otros momentos.  El ascensor estaba roto, y no se iba a arreglar porque ese tipo de ascensor ya no se fabricaba...  Tuve que subir cuatro tramos de escaleras de puntal alto.  Me llené de fuerzas y comencé a subir.  Al llegar al segundo descanso de la escalera encontré una señora de unos cuarenta años que parecía profesora y se encontraba recesando su subida para respirar, mientras murmuraba en voz alta:
-          ¡Que va! Esto no es pa´mí.
   Traté de no oír sus palabras y proseguí mi ascendente y lenta marcha, ahora ayudando  mi respiración con el abanico.  Llegué a la tercera planta donde la única luz que penetrara fuera la de las ventanas y las puertas. Penetré a lo que se suponía fuera el Departamento de Humanidades.  Dos mesas para que los profesores trabajaran y  varias sillas, ninguna de ellas sanas, dos muebles de pared y un gavetero, los tres en el mismo estado de las sillas.  Allí me encontré entre otros profesores a dos  conocidos, ya retirados, una de ellas, mi amiga Noelia,  profesora de Historia, que me acogió con alegría.   Cuando me identifiqué con la Jefa del Dpto., se puso muy contenta y me explicó mi contenido de trabajo: cuatro grupos, frecuencia cuatro, lo que significaba que tenía que ir todos los días a la escuela, pues se incluía el día de la superación, como día de permanencia  en el centro. No había programa ni Orientaciones Metodológicas, ni libro de texto para preparar clases.  Una profesora novel con la que debía compartir el año, gustosamente me prestó su planeamiento para que tomara como guía para preparar mis clases.   Yo también le expliqué a la Jefa de Dpto. mis condiciones personales actuales de vida y  salud que yo presuponía se tuvieran en cuenta a la hora de mi ubicación en el horario y demás.
   Como todo hasta ese momento era parte de la fase informativa, regresé a mi casa a darle taller a lo que podría ser mi nueva vida laboral y después de un primer análisis de esa situación, me resultó no del todo convincente. Tomé el teléfono y le pedí a mi amiga Noelia que por favor me disculpara con la J´. de Dpto., pero que yo no estaba en condiciones de asumir la responsabilidad de  esa tarea.  Ella aceptó hacerlo, pero a la noche siguiente me volvió a llamar de parte de  la J´. de Dpto., para pedirme que volviera a conversar  con ella y revalorar algunas situaciones.
  Al otro día, me presente y encontré que mi horario había sido reducido a dos grupos con turnos dobles en solamente dos días más el de la superación, incluyendo en esos días la superación a los maestros nuevos.  La situación era más suave.  Inmediatamente se realizó todo el trámite burocrático y la Administradora me llevó ante el libro de firma que me correspondía y me indicó:
-          No importa a  la hora que Ud. llegue. Ud. siempre firmará un minuto después del que último llegó. Si ese llegó a las 7.40. Ud. firmará a las7.41. Luego firma la salida a las 12.m., entrada a la 1p.m y salida a las 5.p.m.
-          ¿Y si me voy a las 12.m?
-          También debe de firmar  5.p.m.
  Entendí perfectamente. Y así lo hice, aunque no era lo que yo acostumbraba a hacer cuando era trabajadora.
   Los dos primeros días que trabajé quedé   sorprendida de ver como trabajaban profesores y alumnos tan abnegadamente y como los empleados de limpieza se esmeraban en mantener limpios los locales sin haber agua en el edificio.  Los alumnos no eran tan indisciplinados como me habían contado y para mí eran más bien heroicos, pues permanecer en el centro  estudiando o trabajando de 8 a. m a 2.40 p.m. sin merienda ni almuerzo, era una tarea dura.
  Cuando llegué a mi casa y entré a bañarme, quedé petrificada al mirarme en el espejo.   Mis ojos parecían dos tomates maduros: ¡CONJUNTIVITIS! Tuve despojarme de los lentes de contacto e ir al médico inmediatamente.  Me dieron siete días de reposo. 
   Luego que pude salir a la calle, llevé el certificado a la escuela y me dirigí al banco a preguntar que pasaba con mi chequera de jubilada, pues ese mes el banco no me había depositado dinero en la tarjeta magnética.  Cual no sería mi sorpresa cuando al verificar mi tarjeta la empleada del banco me informara:
-          Su pensión ha sido cancelada, pues según el informe del Seguro Social, UD. NO DA FE DE VIDA  desde hace algún tiempo.  Vaya al Seguro Social, sito en Muralla 1 para aclarar su situación.
  Quedé atónita.   Sentí como si un tren me hubiera pasado por encima acabando con mi existencia.    No dar fe de vida significa no estar vivo. El ser vivo tiene dos formas de existencia: o está vivo o  está muerto.  La palabra Fe significa Creencia.  Si no se tiene creencia de que alguien está vivo, es porque se considera muerto.  Ni siquiera se utiliza el término Paradero Desconocido.  No dar fe de vida equivale a estar fallecido, de lo contrario, ¿por qué se suspende inmediatamente la pensión del jubilado si no es por el hecho de que los muertos no cobran? ¿A dónde habría ido a parar mi vida laboral y el resultado de mi trabajo de 37 años que aunque no alcanzaba para mantenerme, era una ayuda económica?
   Me dirigí a Muralla 1 donde me argumentaran que yo estaba reportada en ese estado desde el día 15 de Abril de este año, que desconocían por que causa, porque el Inspector era un hombre muy serio en su trabajo, pero que eso se resolvería en esa semana, pues era un martes y eso estaría listo el viernes siguiente.  En ningún momento me pidieron disculpa por el error cometido, ni siquiera una palabra esperanzadora de que después de matarme sin más ni más, podrían  hacer el esfuerzo por resucitarme en poco tiempo
  Volví el siguiente viernes, pero no fui sola, sino acompañada de un hijo, porque ya me sentía protagonista de la película “La muerte de un burócrata”,  entonces otra empleada que me atendió me dijo con la mayor indolencia y casi culpándome por estar viva, que eso sólo podría resolverse dentro de quince días o un mes e intentó explicarme todo el proceso burocrático que conllevaba.  Cuando terminó, mi hijo le contestó:
-          Todo eso que me explica está muy bonito, pero eso no lo entiende ni el bodeguero ni el carnicero, ni las empresas de luz y teléfono, por tanto, no nos vamos de aquí hasta que no le den su dinero a la vieja mía.
  Lo que se formó allí fue el acabose, gritos, lágrimas, llamadas por teléfono a dirigentes que no aparecieron nunca y por último acordaron llamar al inspector que me informó fallecida, el cual me pagó con el dinero de su bolsillo, previo recibo, la pensión del mes de Septiembre y aceptó pagar igualmente la de Octubre pues hasta Noviembre no quedaría habilitada mi tarjeta magnética con mi pensión.
    Regresé a casa y me dediqué a analizar mi situación. 
  Con un click de computadora había desaparecido de la faz de la tierra toda una historia laboral de  la vida de una trabajadora.  Con esa misma facilidad, podría desaparecer la propia trabajadora, cuando expuesta a epidemias y a plagas por las condiciones insalubres del lugar, enfermara inevitablemente, y después, la vida seguiría su curso.
  Volví a la escuela y después de pasar por el revoloteo de los murciélagos que se dirigían al matutino, me dirigí a la dirección para solicitar la cancelación de mi contrato.  Cuando bajaba las escaleras mientras los murciélagos volaban ruidosamente hacia sus aulas, vi a Ramón que subía las escaleras mientras parecía contar los peldaños con los pies.
-          Buenos días Ramón.
-          Buenos días Profe.
   Salí de la escuela sin ninguna nostalgia, sin ninguna añoranza docente. Me sentí libre por haber salido de un mecanismo económico indolente que daba  muerte con un click de computadora y luego se tomaba todo el tiempo del mundo en un proceso burocrático para resucitar al que nunca murió.  Decidí que la deuda del crédito con el banco quedaría pendiente después de mi muerte, si alguno de mis herederos no decidía asumirla, o de lo contrario el banco podría dar orden de retirarme  los equipos comprados. Después de mi muerte, ya no me harían falta. Me percaté que en realidad al no dar Fe de Vida para el seguro social, de una forma abismalmente negligente, superficial e indolente,  también habían dado muerte en mí a la profesora. 
Nota.-  Tres meses después, ya restituida mi chequera, recibí una notificación del banco en la que me comunicaban que debía presentarme en este a actualizar mi situación, pues debido a no haber abonado durante ese tiempo  las mensualidades correspondientes por la compra del refrigerador y el aire acondicionado, iba a ser demandada ante los tribunales.  Me presenté inmediatamente y después de dejar bien sentado que los muertos no pagan deudas, procedí a pagarla cuando supe que si no lo hacía, la administradora, que no tenía culpa de mi defunción, sería sancionada y tendría que pagarla de su propio dinero.
                                       
-           


Las “Hijas de la Acacia” Honramos a nuestro Apóstol.
Benemérita Logia “Hijas de la Acacia” N0.1 
Oratoria por el Aniversario 158 del natalicio de nuestro Apóstol  V.H. José Julián Martí y Pérez.


No escasean en estos tiempos quienes  aseveren  que  mucho  ya se ha hablado sobre  el  hombre que cayó en Dos  Ríos. Creo que no todos los  cubanos hemos logrado acercarnos  lo suficiente a este ser entrañable  que halló en la naturaleza  fuente de verdad  y  de vida.
Cuando Martí inicia en 1871 su primer destierro, tiene una visión insular del mundo. Profundos  y  variados  son los conocimientos  que obtiene.   Pero la dimensión  mayor  en su formación de hombre,  la adquiere durante su paso  por las tierras  que el llamo “nuestra América”. Su americanismo, deviene torrente cristalino empeñado en inundar  la conciencia  del prójimo.   Esto se percibe en las vertientes  que utiliza  para realizar  la obra  de educador  social, como la literatura, el periodismo y  la oratoria, donde crea una escuela en la que forma excelentes discípulos.   
También ejerció  el magisterio directo, faceta menos divulgada de su obra, que aprovechó  para educar e influir en  el corazón de la juventud, siempre abierta a la esperanza.
Una constante  en sus enseñanzas es  la  formación en  los  valores  morales necesarios a los niños  de nuestros  pueblos, vinculados al patriotismo y al americanismo.
En Martí  palpitaban virtudes  universales, como el sentimiento de la justicia, de la equidad, del sacrificio voluntario.   Un hombre dotado  de las cualidades  de un verdadero Apóstol. La entrega devota  a la causa que esgrimía era un deseo y, a la vez, un orgullo.
Es deber de  nuestra institución  tener como premisa los ideales  martianos, su espiritualidad religiosa  en  su expresión más sublime (llámese amor o misericordia)  tiene como características esa “capacidad de sacrificio”,  y ese  “desprendimiento”  que  desplegó en aquella dimensión  donde no hay lugar para el valor  del interés personal, donde las cosa  no se  deciden en  función de las perdidas  o los beneficios  que puedan  aportar ,  ni se miden  con la vara especulativa del  toma  y  dame.
Es difícil seguir los pasos firmes  de este tipo de gigante, pero,  el solo hecho de intentar alcanzarlo es en principio suficiente para empezar a obtener un poco de elevación espiritual.  Este es el camino que han  de trazarse todas las HH. que han decidido integrarse a nuestra fraternidad.  Es un camino estrecho, lleno de escollos pero no imposible de transitar si el propósito es  honrado, puro y desinteresado.  Es en este  “desinterés” donde está el honor de quien se consagra íntegramente a una causa.  Para Martí, el ejercicio del amor  y de la virtud entraña el  dolor, pero el dolor como fuerza para contrarrestar  las fuerzas del mal, las fuerzas destructoras  de la armonía universal que se manifiestan en la simulación en  la lucha por la vida, que  no es más que la carencia de virtud  de las almas más imperfectas que sedimentan en sí odio y rencor.
Nuestras sesiones  son parte de nuestro sacrificio en el empeño de superarnos para servir mejor a nuestra sociedad, a nuestra patria y es en la práctica el homenaje más efectivo que pudiéramos rendirle al más brillante y noble de todos los cubanos.
Muchas gracias.

Leído, por la Oradora de la logia N0.1, mentora  Yasmina Guerra Prado, Templo Gótico, Enero,  2011


Thursday 20 January 2011

Memorias y Peripecias de una traductora en La Habana

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Lic. Madalina Cobián González. Tomado  de la Colección de cuentos: “El otoño de una mariposa”.
  Ser traductor de Inglés en La Habana se ha convertido en una profesión a la que todos aspiran llegar.  Después de tantos años de prohibición de la enseñanza de este idioma,  por ser “el idioma del enemigo”, resulta ser que,  “la práctica como criterio de la verdad” ha arrojado que el único idioma que resuelve los problemas económicos y de muchas otras índoles del mundo, es el Inglés.
  Ahora todo el mundo quiere hablar Inglés, -“aunque sea un poquito para comunicarme”- (lo que quiere decir: poder decirle al extranjero lo que me hace falta para que me lo compre).  Algunos vienen  y con tremenda arrogancia y a veces guapería,  te ponen un fajo de billetes sobre la mesa y te dicen:
- “Yo quiero hablar Inglés en tres meses, cueste lo que cueste”.-    como si aprender  un idioma fuera como ir a comprarse un par de zapatos en una boutique.
  Otros, más humildes, te dicen: Enséñame algunas cositas como: “Jaló, may  fren”, “canai hepiu”, cositas sencillas para entablar conversación y hacer amistad.”   Y otras, las más recatadas, aprenden lo necesario para entablar la conversación, lo demás, lo hace el sexo; aunque hay algunas, la mayoría, que no necesitan el idioma para nada: todo lo resuelven la seña y el sexo.
  Algunos burócratas, con voz grave y aspecto de seriedad, te llaman y hablando en plural, te dicen: 
-“Nosotros queremos que el personal de nuestra empresa aprenda a hablar Inglés, porque nos preocupa la superación de los trabajadores, Independientemente, de que estamos interesados en  establecer relaciones con el extranjero.  Pero las clases se impartirían  de forma discreta, sin que se publique. Y en cuanto al pago suyo, se le haría sin que aparezca en la nómina como profesora, sino que se le pagaría por Caja Chica, como “otros gastos”.
Pero con tono más amable y simulando confianza, después de mirar para ambos lados, dice:
“Ahora, entre Ud. y yo.  ¿Ud. cree que me podría dar unas clasecitas  particulares en su casa, o aquí en mi oficina? Yo le pagaría bien.  Es más, ¿les podría dar clases a mis niños? Usted sabe que hace falta aprender dese niño para que luego no pasen trabajo de adultos…”
 Parece que todos se sienten abochornados al recordar  a aquel poema  de los años 50s, que hacía referencia a la Cuba de entonces cuando decía:
 -“Ajá, tu no sabe Inglé”.
 Y que luego fue cambiado más tarde para referirse a la nueva Cuba, diciendo:
-“Tengo lo que tenía que tener”.
 Pero, en un final, el objetivo es el mismo.  El dominio del idioma Inglés facilita el “jineteo”  y todo el mundo quiere “jinetear”.
(Jinetear en Cuba no significa andar a caballo, ni tampoco como en tiempos de la lucha azucarera, que equivalía a devengar el fruto de la riqueza que obtuviera otro con su sudor; aquí equivale a colocar la fuente de  riqueza entre los muslos  y andar sobre ella.)
 ¡Que rico es el español!  ¡Y como evoluciona la lengua con el devenir histórico y los fenómenos sociales!
  El “jineteo” transita por todas las esferas de las clases sociales y casi siempre está al alcance de las o los traductores del idioma, que son, en un final, los que dominan el contenido del tema a tratar y aunque la traducción siempre debe ser exacta, estos pueden en un momento determinado, hasta suavizar el tono de la expresión del hablante, pues a veces, una de las partes se molesta y su reacción es molestarse con el traductor. 
  Una vez, muchos años atrás, me fueron a buscar a mi escuela para servir de traductora a unos irlandeses que querían establecer un negocio en el país.  La conversación se llevó a cabo en el restaurante de un hotel de lujo durante la cena.  Las dos partes se sentaron a la mesa frena frente y yo en el medio.  Sobre la mesa, un menú esplendido, cuyo plato fuerte era “Pollo a la Golden Blue”.  Los negociantes, hablaban, exponían sus partes y mientras escuchaban, comían callados.  Todo estaba saliendo perfecto, salvo que cada vez que yo iba a comer, uno de ellos hablaba  y yo no podía empezar a disfrutar mi pollo, porque tenía que traducir.  De repente, uno de ellos, se molestó, argumentó que no habría trato, se paró de la mesa después de pedir permiso se marchó. El otro lo imitó.  Yo miré mi plato sin iniciar, miré a mi alrededor y como los empleados y el resto de los comensales me estaban mirando, me dio pena echar el pollo en la cartera, por tanto me puse de pie con la boca hecha agua por el pollo que había dejado sin tocar y corrí hacia el transporte que casi me deja.  Y lo peor fue que no me pagaron, porque consideraron mi trabajo como voluntario.  Desde entonces entendí que mi profesión no era la de traductora, porque no hay nada peor que trabajar subordinado a la voluntad espontanea de otros.  Y yo en mi aula, era dueña y señora.
  Bueno, hablábamos de “jineteo”. No siempre se llama así.  En las altas esferas, en los polos científicos,  culturales, diplomáticos, etc. siempre hay un traductor o traductora joven que si llegó allí, no fue porque fuera precisamente pobre, negra, o de alto nivel cultural, sino por pertenecer a la descendencia de alguna familia de alta estirpe, lo que la avala para desempeñar este cargo, o el de Secretaria de un alto gerente, lo que le facilita las relaciones con, o un viaje al exterior, donde siempre se va a quedar y en el peor de los casos,  termina casándose con el visitante extranjero o siendo invitada a pasar una temporada en el país de este. Luego de obtener su residencia y nacionalidad en ese país a través  del matrimonio, invita a sus padres a visitarla y de paso obtiene para ellos, un PRE. (Permiso de Residencia en el Extranjero), mediante el cual, puedes vivir todo el tiempo que tu quieras fuera de Cuba sin que te toquen tus propiedades en Miramar o El Vedado.   Eso se considera tener suerte en el amor.  Haber hecho un buen matrimonio. Cosas del destino.  ESO NO ES JINETEAR.
  A mi me hubiera gustado poder correr esa suerte, porque preparación tenía, pero esta etapa me cogió muy vieja y sin el amparo de un árbol genealógico ilustre, por tanto no pude aspirar más que a lo que me tocó, que en un final, no fue del todo malo.  Pero, por eso, no critico a las “jineteras”, porque si yo hubiera sido joven y  tenido la oportunidad,  quizá, hubiera hecho lo mismo.
  Cuando me retiré de Educación a los 55 años de edad, ya no apta para jinetear, trabajé contratada en algunas entidades que me solicitaban como profesora, pero que siempre incluían algún trabajo de traducción que se pegara.   De varias de esas empresas guardo anécdotas graciosas, pero de la que más anécdotas divertidas guardo fue el Departamento Nacional de Música, donde se preparaba al personal y a los artistas para sus futuros viajes al extranjero.  No se me contrató como profesora, sino como Personal de Apoyo al Artista.
  Con la irregularidad que caracteriza al mundo de la farándula, así a veces se veían mis clases, pues tan pronto se presentaba un evento artístico, se suspendían las clases hasta concluido este.  Fueron tantas las reincidencias que opté por dejar las interrupciones por imposible y simplemente, dejar el agua correr, siempre que me pagaran. 
   Un día llegó un grupo de rock norteamericano (cuyo nombre no quiero mencionar por evitar problemas posteriores) para efectuar una gira por la Habana y me preguntaron que si quería servir de traductora (por supuesto para justificar mi salario).  Acepté.  Me asignaron un fotógrafo con una cámara de video para que ambos acompañáramos a la representante de la institución: Una prieta alta, de largas trencitas postizas rubias,  que no hablaba Inglés. Ese día desde las 9 am, estuvimos en el aeropuerto hasta que llegara el vuelo de los músicos.  Luego, fuimos a una Conferencia de Prensa en el Hotel Nacional, donde tenían sus propios traductores, más tarde un recorrido por el Casco Histórico de la Habana Vieja, y al final una reservación para comer en el Restaurant El Floridita, el restaurant que solía visitar Hemingway.
  Nos pasaron a un salón muy elegante, de alfombra y cortinas  rojas, donde se cuenta cenaba el escritor americano.  Los músicos, acompañados de sus esposas, hijos y familiares,  ocuparon una larga mesa.   Al lado, en una mesa para tres, nos mandaron a sentar al fotógrafo y a mí porque la representante había salido no se a que.  A la hora de pedir el menú, los músicos pidieron entrantes de camarones y langostas con un nombre raro, filete de res con un apellido francés  y un postre que parecía muy fino y que no llegamos a probar, pero que dedujimos que tenía que ser muy caro por su aspecto.  Cuando el mesero hizo el pedido en nuestra mesa, el fotógrafo y yo respondimos: lo mismo que los músicos.  Por supuesto, no sabíamos que otra cosa podíamos pedir.  Nunca habíamos estado allí, ni sabíamos lo que allí se comía.  Estábamos terminando el plato fuerte para ir hacia el postre, cuando vino la representante sacudiendo sus trencitas postizas y nos hizo parar de la mesa censurándonos por haber comido.
  -¿Qué hacen Uds. comiendo aquí? ¿Quién les dijo que podían comer? El Estado no puede pagar esa comida.  No toquen el postre.
  Viendo el insulto de la representante, le contesté.
-De dónde saca Ud. que se puede tener a una persona trabajando desde la 9. am, hasta las 9 pm sin comer? 
Y el fotógrafo se apuró a decir:
 -A mi me dijeron que me sentara y pidiera y yo lo hice. 
La representante nerviosa continuó hablando:
- ¿Saben cuanto cuesta cada uno de los filetes que se han comido? Veintiún dólares.  Nosotros no podemos pagar eso.  Se supone que a Uds. se les debería traer una cajita con comida elaborada en el centro, pero no ha llegado, pero aún así, eso no les da derecho…..
  El fotógrafo y yo nos miramos como diciéndonos.. ¡Que bueno que hablaste tarde! Ya no tiene remedio. Y mientras ella se rompía la cabeza tratando de hacer entender al representante norteamericano que por error se nos había servido comida y a esa hora ella no podía pagarla.  El individuo después de contar y recontar, pagó la cuenta, entonces ella se sentó a disfrutar su filete. 
Al día siguiente fuimos a un recorrido por Miramar y a conocer el Teatro Carlos Marx, (Antiguo Teatro Blanquita,  nombre por el cual ya nadie lo identifica) y al pasar por la Tribuna Antiimperialista, lugar donde iba a realizar la  actuación del grupo esa noche,  frente a la Embajada de Estados Unidos, los músicos se percataron de la presencia de un gigante bandera negra con una gran suástica blanca que enfrentaba la embajada.  Inmediatamente me comunicaron que informara a mi jefa que si no quitaban la bandera ellos no actuaban.  Esto causó gran alboroto entre los dirigentes y organizadores del espectáculo. Casi me culparon a mí por haber traducido esa frase y encima de eso querían que yo le hubiera dado respuesta a esa frase, como si hubiera sido esta mi función. Al final, se pusieron de acuerdo entre ellos, quitaron la bandera y el concierto se dio en su momento.
  Como a los pocos días se celebró un evento musical internacional, se repitió la misma historia.  Había músicos de muchos países. Esta vez me asignaron un pianista japonés y su esposa, su representante.  El pianista resultó ser un gran empresario, promotor de la música cubana en Japón, que a su vez convocaba con sus propios recursos, todos los años a un premio internacional de música cubana, cuyo requisito indispensable era el interpretar la música de Ernesto Lecuona.  Dentro de las actividades planificadas, se encontraba visitar la Facultad de Piano de la mayor Institución de arte del país, impartir una clase magistral y tocar con los profesores y mejores alumnos del centro.
 Cuando llegamos, hice las presentaciones pertinentes ante la Vice-Decana y planteé los objetivos de la visita del músico japonés.  Al conocerlos, estuvo de acuerdo con todo salvo con lo de la práctica de la música de Lecuona, argumentando:
  -“Si está interesado en la música de Lecuona, vino al lugar equivocado, pues ese intérprete no está incluido en el contenido  de música cubana que se estudia en  esta Institución.”
El japonés se quedó boquiabierto, sin atreverse a preguntar por qué y comenzó a prepararse para su clase.
 La pequeña sala, con dos pianos, estaba concebida para corta auditoría.  No había electricidad desde hacía una semana, por tanto no había aire acondicionado, de lo que se desprendía que había que abrir una gran ventana que daba a la parte trasera de la cocina de la escuela donde se almacenaban los desechos de la comida. Inmediatamente tuvimos ventilación y junto con el aire, entraron las moscas, que quizá atraídas no se por que, iban a posarse sobre las manos del artista que ensayaba su ejecución.   Esto lo hacía interrumpir su ensayo, por lo que su esposa y yo, tomamos un par de toallas chicas que ella portaba en su cartera y nos mantuvimos sacudiéndolas alrededor del pianista para alejar las moscas durante toda su actuación.  Afortunadamente el japonés resultó ser tan comprensivo, que a cada una de mis excusas, respondía riendo en su mal español:
-      Noimpoltá, noimpoltá.  Tamooooo en Cuba”.
  Pero el mal rato no acabó ahí.  La esposa del pianista sintió deseos de ir al baño y yo la llevé a la oficina de la Decana para que le permitiera ir al suyo.  Esta la miró de arriba abajo como analizando el origen de la persona, y después de ver que no era rubia, ni de gran tamaño,  inmediatamente dijo que no.  Seguimos entonces para el baño de los alumnos, que, como había dicho anteriormente, no había electricidad, y al faltar esta, no había agua y al faltar el agua no se limpiaba desde hacía una semana.  Yo no sabía que excusa inventar y casi me muero de vergüenza pidiendo disculpas, pero ella lo entendió todo muy humildemente.
  Esa tarde nos fuimos al teatro Amadeo Roldán, antiguo Teatro Auditorium, para su concierto.  Mientras esperábamos la hora indicada de entrada para su preparación, me invitó a un refrigerio en la cafetería frente al Teatro, que ha cambiado tanto de nombre que ya no sé si es el antiguo Potín o El Carmelo.  Mientras tomábamos el fresco me preguntó:
-¿Por qué este teatro, que es el mejor de La Habana, se llama Amadeo Roldán y no Ernesto Lecuona?
  Intenté explicarle que Roldán, aunque no tan pródigo ni conocido en el extranjero, había sido un músico relevante que había muerto en Cuba, etc
El japonés, que de bobo no tenía un pelo, inmediatamente me contestó:
-      Ya se.  Lecuona murió en España.  Y estoy casi seguro que esa es la razón por la que tampoco se estudia en la Universidad.
Yo me quedé callada y no respondí.  Miré para otro lado y cambié la conversación, que estaba tomando un carácter peligroso. No sería yo quien le dijera que Lecuona había abandonado el país en 1961 y por tanto era mal considerado en Cuba. 
  Una de las noches más significativas durante este evento fue la noche de las presentaciones de los músicos entre sí.  La representante nos orientó acompañar a nuestros invitados durante el día, hasta las 8pm, en que debíamos llevarlos hasta el Hotel Cohiba donde se realizaría un coctel para que los músicos se relacionaran entre sí; pero advirtió:
-      “Ustedes no están invitados.  No deben participar en el Coctel.  Este es solo para los artistas y las personalidades de la cultura”.
Así se hizo.  Yo llegué con mis invitados, como muchos otros traductores; que por cierto, me di cuenta de que la mayoría de estos eran muchachos jóvenes; la única vieja era yo.  Allí nos esperaba la representante para recibir  a los invitados y hacerlos pasar.  Cuando todos hubieron pasado, nos dijo:  
 - “Esperen aquí en la puerta del hotel, que yo voy a mi casa a cambiarme y a coordinar un transporte para trasladarlos a sus respectivas casas y recuerden.  Mañana a las 9 am, en el Departamento de la Música.
   Tan pronto arrancó el carro de la representante,  Rafael, un joven  con mucha chispa, traductor de japonés y que físicamente parecía nipón, se dirigió al resto de los traductores que esperábamos y nos dijo:
-      Que se crea ella eso. Vamos conmigo.
    Lo seguimos hasta la puerta el salón donde se celebraba el coctel.  Allí Rafael habló con el portero en japonés algo que este no entendió, por lo que utilizó entonces un  español con acento nipón, para decir que el grupo era parte de la delegación y que estábamos invitados a participar.   Ya dentro, participamos de todas las abundantes bondades del coctel por espacio de casi dos horas. Comimos pinchos de distintas carnes, degustamos platos japoneses, bebimos whisky, sake y otras bebidas, hasta que, llegó la representante muy elegante, con sus trencitas recogidas en un moño alto y sin transporte alguno.  Al vernos en tan amena diversión, pero siempre siendo útiles con la traducción, nos dijo:
 -“Ah! ¿Con que vinieron, No?  Bueno, si ya están aquí, entonces preséntenme como la anfitriona, que yo quiero conocer a todos los músicos  personalmente”.
  Acto seguido, los traductores, uno a uno, nos fuimos desapareciendo y nos volvimos a ver en una parada lejana al hotel, donde  reímos a plenitud por la mala pasada que le habíamos jugado,  mientras la representante quedó en medio de aquel salón haciendo gestos a los extranjeros para darse a conocer.
   Yo llegué a mi casa con los zapatos en la mano y los pies ampollados, pero con la satisfacción de haberme  vengado tan siquiera un poquito de ella.
Al día siguiente, el pianista se desconectó del programa oficial del evento y me dijo:
-      “Llévame a  conocer todo lo relacionado con la música en La Habana Vieja.”
   Fuimos al Museo de la Música a comprar partituras de música cubana, al Teatro antiguo Convento de San Francisco, a la Sala Concierto de la Iglesia de Paula, Al Teatro García Lorca,  al Parque Japonés de la Ave. Del Puerto, donde se exhibe una escultura de un samurái cuya mirada está dirigida exactamente, siguiendo la dirección desde ese punto,  hasta el Japón, en honor a los primeros japoneses asentados en Cuba y por último fuimos a almorzar al Hostal de Valencia, donde sirven una rica paella.
    Estando disfrutando de mi paella, pasó por la calle una comparsa de zanqueros y los japoneses atraídos por la novedad musical, se pusieron de pie y corrieron tras la comparsa para tirarle fotos.
  Yo, recordando lo que me pasó con el pollo a la Golden Blue y el filete de apellido francés, me quedé sentada, disfrutando de mi paella.
-¿Qué si me agradeció el japonés?
- Si.  Me regaló el mismo ramo de flores que le otorgaran a él el día de su concierto.
  Definitivamente, o soy muy mala en la profesión, o no nací para traductora.



Thursday 6 January 2011

Presentación de Blog.

Presentación de Blog.
Soy Madalina Cobián. Nací el 23 de Noviembre de 1942, en Guantánamo, Cuba.  Me gradué de Licenciada en Educación en la Universidad “Enrique José Varona” de La Habana. 
He trabajado en Enseñanza Media Superior y Superior como profesora de Inglés y Español- Literatura hasta que me retiré en 1997.  Después e 36 años de trabajo, me encuentro con que debo enfrentar todos los gastos de mi vida cotidiana con una jubilación de $242,00 pesos mensuales; moneda nacional, equivalente a menos de 10 UDS.  
Mi entretenimiento personal es escribir cuentos y ya tengo escritos alrededor de seis cuadernos entre cuentos y novelas. 
Para tratar de sobrellevar este desamparo espiritual, he ingresado  en una Asociación Fraternal Femenina nominada “Orden Hijas de la Acacia”, cuyo lema es Paz, Amor y Caridad.
He decido crear este blog para compartir con todas las personas de la Tercera Edad que a esta altura de la vida se sienten solas faltándoles los recursos necesarios.
Espero que todos los que se encuentren en situaciones parecidas, me escriban y compartan conmigo sus experiencias como un medio para aliviar nuestro estado anímico.
 Me propongo que en este blog  se plasme las inquietudes sociales, culturales, religiosas y todas las manifestaciones sociales que contribuyan a la mejoría del ser humano.
 Datos personales:
 Nombre: Madalina Cobián.
Dirección: Industria 310. Apto 2 e/e Neptuno y San Miguel. Centro Habana. Ciudad Habana.
Teléfono: 8626476.