Tuesday, 17 April 2012

Ya comenzaron las Olimpiadas Acacistas!

 


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Benemérita Logia ¨Hijas de la cacia”Nº 1                                                                                                                      
                              
                                 P.L.G.D.G.A.D.U. 
                                    A.L.P.                                                         
                     ¡YA  COMENZARON  LAS OLIMPIADAS  ACACISTAS!
  El pasado sábado 10 de Marzo se celebraron en la Benemérita Logia Nº. 1, Hijas de la Acacia, las Olimpiadas del Saber Acacista; Intercambio de conocimientos entre las hermanas,  sobre la Legislación Acacista.  Teniendo como Moderadora en esta ocasión, a la Hna. Ivón Muñoz, se realizó el encuentro entre dos equipos; Triángulo y Paloma, integrados por las Hnas. Lucía Bermúdez, Catalina  Espinosa, Rosa María Campuzano y como invitada la Hna. Lianet Lorenzo de logia Nº 25. Dado a la alta calidad cognocitiva del encuentro, ambos equipos resultaron empatados con Medalla de Oro.

Madalina Cobián.
 Pdta. Comisión Instrucción Logia Nº 1
“Hijas de la Acacia”.

Tuesday, 13 March 2012

Retoña el Arbol de la Acacia Matancero

Retoña el Árbol de la Acacia Matancero. Bautizo de Retoñitos de Acacia.
Por Disleidis López Calviño.
  Tiernas imágenes describen gratos y bellos momentos compartidos en la Logia Nº.3 de las “Hijas de la Acacia” de Matanzas, la cual se vistió de gala el día 3 de Marzo en su Aniversario Nº. 2, agradando a los presentes con la dicha de ver crecer en sus ramas,  retoñitos de Acacia.  Es decir, se realizó por primera vez un bautizo acacista de tres niñas hijas y familiares de las miembros de esta Logia, que podrán, en un futuro formar las nuevas generaciones de “Hijas de la Acacia”. Son los nombres de estos retoñitos los siguientes:
-       Ivisleydi García Franco. 15 años.
-       Mélani López Mederos.    9 años.
-       María Fernanda Aragón Pérez.  9 años.
  Un retoñito florecido de la Benemérita logia Nº. 1, Lydia Ocaña Guerra, de 10 años,  reafirma con sus sencillas palabras, los lazos fraternales de la Logia Nº.1, como madrina de la Logia Nº. 3.
  Orgullosos testigos, henchidos de emoción, nos honraron con su presencia, destacándose la amplia representación de nuestros queridos hermanos masones matanceros y sus familiares.



            ¡FELICIDADES POR TAN BELLA CEREMONIA!

Thursday, 29 December 2011

Confesión de una delincuente.

          A    Q U I E N   P U E D A  I N T E R E S A R

                Confesión de una delicuente.
     Confieso que soy una delincuente:
-        POR CUANTO cometo el delito de querer comer.  De querer comer lo que mi organismo necesita.  De querer comer carne de res para poder sustituir la proteína que el azúcar se come en la sangre y nos convierte en diabéticos.

-        POR CUANTO cometo el delito de querer comer frutas y vegetales para aspirar a mejor calidad de vida y prolongar un poquito más la vida de micuerpo, que a este ritmo terminará por deteriorarse más rápido que el presunto promedio de vida de mi país. Por lo que siempre que puedo, que no es muy a menudo, compro la carne de res en bolsa negra que es siempre más barata que la de la shopping, y compro a revendedores los productos cuyo origen desconozco, ni quiero conocer, pero que se poseen calidad.

-       POR CUANTO cometo el delito de comprar el yogourt a veinticinco pesos el pepino, más barato que en la shopping, la leche en polvo a treinta pesos la libra, los huevos a uno cincuenta cada uno, el aceite a treinta la libra y todo lo que nutra al ser humano al precio que el mercado negro ofrece, que es siempre menor que el precio estatal.

-       POR CUANTO como para poder pagar esos precios, y como mi chequera no me alcanza porque encima de que es corta, de ella me descuentan el refrigerador y el televisor, realizo actividades ilícitas como son las de impartir clases particulares sin pagar licencia al Estado.

-       POR CUANTO: no voy al cine, ni a discoteca, ni me visto a la moda, ni fumo, ni bebo, ni tomo café,  porque no me puedo costear esos gustos, ni realizo el sexo desde hace mucho tiempo por temor a contraer enfermedades y a tener que comprar medicinas para curarlas con el dinero que tengo para comer.

-       POR TANTO, como soy esclava de ese vicio que es el delito de querer comer, confieso que soy una delincuente y que mientras viva lo seguiré siendo.
                                                             Una cubana.
  

Thursday, 29 September 2011

Lo que quedó por decir

Lo que quedó por decir.
Madalina Cobián.
Tomado del cuaderno de cuentos “Erizos y espinas”.
 Como no me alcanzó el tiempo para decirte todo lo que pensaba cuando rompimos esta relación, te estoy escribiendo, pues todo en la  vida merece una explicación.
  Siempre te dije que era preferible una buena amistad a una mala aventura amorosa, pero tú insististe en continuar hasta lograrla. ¿Por qué seguiste estimulando algo si pensabas que lo que iba a nacer ya estaba muerto? ¿Por qué dejaste que tu líbido dominara tu razón?  Hoy no tenemos lo primero y perdimos lo segundo. 
 ¿Te habías trazado alguna meta?  Si fue así, en realidad,  fue una meta pobre y corta, pues no tuviste tiempo de disfrutar lo que  podrían haberte deparado las circunstancias que tu mismo creaste.
¿Era pura curiosidad erótica? ¿Era algun reto machista que te propusiste al convencerme de unir nuestras vidas aunque fuera por momentos de placer?  Si fue así, fue una actitud poco digna para conmigo.
¿Acaso no encontraste lo que esperabas?  Si no lo encontraste fue porque no lo buscaste. Porque no diste tiempo a que las cosas cayeran por su propio peso.  Porque las cosas del espíritu satisfacen tanto o más que las materiales, a no ser que se carezca de espiritualidad.  Lo que hay que saber es estimularla para poder disfrutar de sus placeres.
 Opino que fue un oportunismo de tu parte aprovechar el momento que te facilité con mi ira por tu ausencia cuando más te necesitaba, para realizar un desprendimiento  inesperado y justificado.   Esa actitud la entiendo en determinadas circunstancias de la vida social, pero nunca en la vida sentimental.   Me parece más bien una actitud taimada, vengativa. 
¿O acaso una actitud facilista para huir antes de que la situación agravara y se tornara peligrosa?   El hecho de que te negaras a dar una explicación indica que sencillamente no tuviste argumento que explicar.
 Me acusas de ser muy dificil.  Yo te lo había advertido y no me creíste.  No lo finjo, lo soy. Pero soy extremadamente vulnerable al cariño y la delicadeza; herramientas capaces de abrir la compuerta bloqueada de mi manantial de ternura; herramientas que nunca supiste usar.  ¿Que no me acepto a mi misma?  Yo si me acepto a mí misma. Los que no me aceptan son los demás.
¿Qué no analizo los hechos como prueba de tus sentimientos? ¿Hechos? ¿Te refieres a la ayuda material? Si, los reconozco, pero lo material se deteriora, se esfuma; sin embargo los gestos quedan imborrables en la memoria y en el corazón. Te equivocaste si pensaste que yo era de las mujeres que buscan una pareja para solventar su  situación material, pues yo siempre he solventado la mía.  Mi mundo espiritual es mucho más grande que mi mundo material y es el primero el que necesito llenar.  Yo nunca te pedí ayuda.  Sólo te pedí que no me hicieras sufrir.
 Si el enfermo hubieras sido tu, yo me hubiera arriesgado y hubiera hecho lo indecible  por estar a tu lado.  Pero parece que el riesgo no está dentro de los parametros que rigen tu vida.  Entonces, eres muy conservador.  Y los conservadores no tienen  mi admiración.
La miseria, el dolor, la enfermedad  y la pobreza se sienten menos y se enfrentan valerosamente cuando se escuchan palabras de consuelo y apoyo. Pero cuando no, la soledad deprime hasta aniquilar, hace perder la esperanzas, hace surgir pasiones inesperadas y a veces hasta violentas.  Yo nunca te pedí ayuda.  Sólo te pedí que no me hicieras sufrir.
.  Muchas gracias por tus consejos, enseñanzas, atenciones, cuidados y preocupaciones.
  En cuanto a nuestra  no realización como pareja, no te preocupes.  Me di cuenta de que yo no te gustaba lo suficiente.  No obstante yo siempre recordaré los mejores momentos de nuestra amistad.

Thursday, 15 September 2011

A mis lectores, sobretodo, a mis lectoras.

A mis lectores, sobre todo, lectoras.
Queridos amigos.



Si ya leyeron mi presentación y han leído algunos de mis artículos, me imagino que ya me conocen. Y teniendo en cuenta el objetivo y el nombre de mi blog: enelatardecerdetuvida y están Uds en igualdad de condiciones, me imagino que puedan entenderme y aconsejarme en cuanto a lo que les voy a contar.
Tengo 68 años y desde hace 22 años estoy separada de mi esposo y no por mojigatería, precísamente, me he mantenido sola durante tanto tiempo, sino porque me había prometido a mi misma no permitir que nadie más hiriera mis sentimientos. Había pensado dedicar mi vida, y lo hice, a cosas que no tuvieran que ver en lo absoluto con el tener una pareja: la institución fraternal y escribir.
Sin embargo ha surgido en mi vida un hombre que ha empezado a alterar mi ritmo de vida con sus proposiciones amorosas. Tiene casi 70 años. Está bien conservado e intelectualmente satisface mis necesidades. Es paciente y comprensivo con mi forma de ser y parece aceptarme tal como soy. Y cree que pudiéramos dar algo a la vida desde el punto de vida intelectual.
Eso es lo positivo. Ahora viene lo negativo.
Está casado con una mujer mucho más joven que yo y que el mismo, por lo que no me puede dedicar todo el tiempo que pudiera pedirle y tiene achaques de vejez, como los tengo yo.
Estas dos últimas cosas no me preocupan mucho, pues no tengo intenciones de atar mi vida a nadie. Opino que el deba permanecer con la mujer al lado de la cual envejeció, aunque esta sea más joven y menos fea que yo; lo cual es una ventaja, pues si es más joven, puede cuidar de sus achaques, ya que yo no aspiro a que el cuide de los míos y si es posible ni siquiera mostrárselos y si es más bonita, mucho mejor, pues nunca va a sentir celos de mí. Pero no es menos cierto que una situación así me va a hacer sentir algo sucia e incómoda, pues soy egoísta y orgullosa y quizá hasta pudiera poner en riego mis deseos de escribir y continuar con mi vida fraternal.
En resumen, que estoy pidiendo consejo par tener una aventura.
¿Creen que se pueda tener o se deba tener una aventura otoñal riesgosa? ¿Qué consecuencias negativas pudiera traer una aventura así? ¿Cuáles positivas?
Yo quisiera escuchar sus opiniones. Me interesan las opiniones de muchas personas para tomar lo mejor de ellas y crear mi propio criterio a seguir.
Amigos, les prometo que si me dan sus opiniones las voy a esacuchar y luego les voy a dar respuesta de la decisión que haya tomado en este blog.

Thursday, 11 August 2011

Te esperaré siempre

Te esperaré siempre.
Madalina Cobián.
Tomado del cuaderno de cuentos “Erizos y espinas”
Corrían los años 90s. Tiempos del “período especial” en Cuba. La emigración ilegal en el país se había incrementado desde la odisea de los “balseros” en Julio 1994. El tráfico ilegal de personas había crecido tanto, que era normal, la desaparicion de ciudadanos, lo mismo jóvenes que viejos e incluso de niños. Como “a río revuelto, ganancia pa´ pescadores”, y el pánico se había apoderado de un gran porciento de la población, esta nueva situación estaba siendo utilizada por los aprovechados que sacan partido a la necesidad de los pobres y los desesperados, de los que se arriesgan porque no tienen nada que perder, salvo la vida, o aquellos que se la juegan “todo por el todo”.
En aquellos días se corría la bola de que barcos con banderas francesas, otros con bandera canadienses, se acercaban todas las tardes a las costas de las playas del Este, Guanabo y Santa María. Allí fondeaban y esperaban que las personas nadaran hacia ellos que los recogían en gran número y al anochecer partían hacia su país de origen. Esto estuvo sucediendo durante alrededor de dos meses, hasta que un día desaparecieron dichos barcos y en su lugar, comenzaron a aparecer restos humanos, cuerpos mutilados por los peces y muchos con huellas de bisturí en torax y abdomen. Nunca se ha dado información oficial al respecto, por lo que esta información ha estado expuesta la especulación de la fértil imaginación de las personas.
Con la ampliación de su foto en la cartera, Alma había recorrido todos los hospitales y estaciones de policias de Cuba, desde la Punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio infructíferamente. Le quedaba una sola opción, que a pesar de sus convicciones materialistas, que dicho sea de paso, eran menos fuerte que su amor de madre, se decidió a visitar iglesias, centros espirituales, babbalows, paleros, y todo aquello que abarcara la esfera mística y espiritual del hombre, en busca de algo a lo que no se resignaba a dar por perdido: su hijo.
Ya hacía más de veinticinco años que compartía la vida con Luis Enrique. Vida de sacrificios, trabajo, estudio, vicisitudes, como las que pasan todos los cubanos honestos. Ella era una Licenciada en Educación, casi al borde del retiro y el, a fuerza de sacrificio, pues la limitación de una de sus piernas, por causa de la polio sufrida cuando niño, le hacía hecho sufrir grandes dolores y usar una bota ortopédica para facilitar su andar, había llegado a alcanzar el grado de Doctor en Ciencias Pedagógicas y era profesar de la Universidad de Matanzas. Alma y Luis Enrique que formaban una pareja de negros intelectuales habían formado una familia bonita donde reinaba el amor por la familia y por el intelecto. Eran un ejemplo de la familia cubana a la que la sociedad del momento aspiraba. Cuatro hijos; una hembra y tres varones, de los cuales el más pequeño de diez años, era el motivo del sufrimiento de ambos.
Por motivo de que la familia había crecido mucho, el apartamento de dos habitaciones se les había hecho pequeño por tanto decidieron permutar para una casa más grande.
La permuta, en Cuba es la única forma de cambiar la casa que tiene la población cubana. Consiste en un cambio de casa entre las familias que establecen normas y reglas para el cambio entre ellas, acorde al valor, ubicación tamaño y condiciones de las viviendas.
Por ese apartamento en Cárdenas, Alma consiguió una casa de madera independiente, con cuatro habitaciones. Había perdido en calidad de la vivienda, pero había ganado espacio, y como todos los cubanos que no han perdido la capacidad de soñar con lo imposible, tenía la esperanza de, con el tiempo y suerte, poder arreglar y mejorar las condiciones de la casa. La casa estaba geográficamente bien ubicada. Cerca de los centros de estudio de los hijos, y asequible a las vías de transporte de ambos padres. Luis Enrique para la Universidad de Matanzas y ella para la escuela de idiomas de Varadero, donde impartía clases de inglés.
Corría el mes de Julio de 1995. Los alumnos de las escuelas primarias y secundarias ya estaban de vacaciones, pero las madres que no gozaban de ese derecho todavía, tenían que llevar a sus hijos a su centro de trabajo hasta poder salir de vacaciones o coger licencia sin sueldo hasta el comienzo del nuevo curso escolar en Septiembre. Alma era una de esas madres a quienes no les gustaba dejar sus hijos solos en casa. Cuatro muchachos solos eran un peligro. Podían irse a la calle y esta estaba llena de violencia y corrupción. Además, estábamos en “período especial”. Escaseaba la comida y una de las formas de estirar la comida para que alcanzara en vacaciones era la de llevar los niños al trabajo, pagar la comida allí, si había comedor, o comprarles una pizza en algúna pizzería cercana.
El caso de Alma era este último. La playa de Varadeo, en la Península de Guanacavives, es una franja de terreno estrecho rodeada de agua por ambos lados, por lo tanto es fácil llegar de una orilla a otra del mar. La escuela de idiomas se encontraba en una de las pocas calles que forman la vía de comunicación de esta franja de arena. A cada lado de la ancha calle se encontran los establecimientos. La pizzería estaba frente a la mencionada escuela. Ella había llevado a su trabajo a Julito, de diez años y a Juan Enrique de doce. A eso de las doce menos cuarto, indicó a los muchachos que fueran a la pizzería a marcar en la cola para cuando abrieran a las doce y siguió trabajando hasta esa hora. Vencido ese horario, cruzó la calle y encontró a Juan Enrique sentado en un banco mirando el mar.
Al preguntarle donde estaba su hermano Julito, el niño contestó que había estado todo el tiempo sentado a su lado y no lo había visto cuando se ausentó. La búsqueda comenzó desde ese momento contando con vecinos, policías, bomberos, buzos, culminando vencidas las siguientes setenta y dos horas sin respuesta alguna, sin hallar una huella del desaparecido. Culminó para todos, pero comenzó entonces para Alma.
Se dirigió a todas las autoridades políticas y gubernamentales locales, provinciales y envió cartas a todas las instituciones nacionales contando sobre la desaparición de su hijo, pero todo lo que obtuvio por respuesta donde quiera que fue, fue:
- Lo sentimos. No podemos hacer nada.
Por tanto, llegado Septiembre, solicitó su jubilación en su centro de trabajo e inició una cruzada por Cuba con la foto de su hijo Julito, preguntando y mostrandola a cuanta entidad policial o de salud hallara a su paso en su recorrido por las provincias.
Cinco meses después de iniciado su viaje, regresó a casa, precisamente en el mes de Febrero, mes en el que Julito cumpliera sus once años. Y a partir de esa fecha, tal como ella estableció como norma en su familia, que no se atrevió a contradecirla, todos los 14 de Febrero se haría una cena familiar y se picaría el cake para festejar el cumpleaños de Ariel.
Culminada la celebración. Alma comenzaba su peregrinar por provincias buscando en las instituciones que no habá alcanzado visitar la vez anterior y sumando ahora los centros espirituales y de oscurantismos donde pudieran darle alguna razón sobre su hijo. Su peregrinar se ha prolongado por varios años siempre infructuosamente, pero ella aún no desisitido.
En una oportunidad, sentada en el portal de su casa, presenció las manifestaciones políticas realizadas por el pueblo por el secuentro del niño Elián González, también de Cárdenas; niño hallado flotando en las aguas después del naufragio de la embarcación en que viajaba con su madre en una salida ilegal del país y llevado a la ciudad de Miami; niño por cuya recuperación se desplegaron todas la fuerzas activas del país, se movilizaron personalidades y se emplearon todos los recursos necesarios para su rescate que se logró satisfactoriamente.
Pensando que este bullicio y la semejanza de la situación que se estaba dando en la ciudad tan semejante a la suya, la podría afectar, su esposo le propuso permutar la casa de ahí para otro sitio qe no le trajera tantos recuerdos. A lo que ella contestó:
- No. Esta casa permanecerá siempre donde y tal como el la dejó, para que no se pierda al regresar y la encuentre fácilmente.

Dolor en la piel

Dolor en la piel.

  Mi amiguita Cristina era todo un ejemplar de belleza negra.  Parecía la estatua de una diosa mitológica labrada en ébano.  Su educación, su cultura, pues llegóa a poseer tres títulos universitarios en tres idiomas distintos, la belleza de su rostro y su gracia y elegancia al andar, hacían despertar  a su paso bellos comentarios sobre su persona, aunque a veces no dejaba de haber alguno carente de ética como:

-          ¡“Que clase de blanca se tostó en el horno”!
 
 Manifestaciones como estas había llegado a crear en ella cierto malestar bien justificado, por lo que ella, con los ojos cerrados, abrazó la causa social que profesaba la igualdad de derechos y la no discriminación racial y por tanto por todos sus méritos, ganó una beca en la Unión soviética.

 Recién graduada en ese país de Master en Arts, la ubicaron en mi departamento bajo mi supervisión para su servicio social como profesora de  Idioma Ruso.  Mis conocimientos de este idioma hicieron que pronto pudieramos comunicarnos en ambas lenguas y dimos comienzo a una bella amistad a pesar de la diferencia de edades.  Ella podía ser mi hija y era mi tarea encaminarla en el munto de la docencia.
  Como poseía pocos alumnos y gozaba de mucho tiempo libre durante la jornada laboral, le sugerí que matriculara la Licenciatura en Español, ya que ella era joven, le sobraba tiempo y además no hay forma de estudiar más cómoda que hacerlo que  en el mismo centro de trabajo y durante el horario de trabajo, si nada se lo impedía, y así ampliaba su cultura.
  Así lo hizo, por lo que pudieramos decir que nuestra amistad nació en Ruso, continuó en Español y más tarde prosiguió en Inglés. Dado a tantas razones para la comunicación esa amistad se fortaleció y pude conocer muchos detalles de su corta vida. Y he aquí algunas de las experiencias que me contó:
 Estando estudiando en la Unión Soviética conoció a un muchacho checo del cual se enamoró. Su nombre era Pavel.  Chico alto, rubio y fornido que estudiaba deportes.
  Cuando ya estaban terminando la carrera y habían decidido casarse, Pavel la invitóa a pasarse un fin de semana en casa de sus padres para presentarla a su familia.  Ella muy entusiasmada aceptó.  Se sentía satisfecha de vivir en la sociedad que le tocó y daba gracias al sistema por haberla ayudado a realizarse como persona.
  Pavel vivía en un pueblito muy apartado que no podría llamarse ciudad, pero pintoresco y típico como una escena de película, pero se notaba que en el existía muy poca influencia extranjera, que jamás era visitado por extranjeros de ningún tipo y que jamás habían visto un cubano.
  La familia la recibió amistosamente. Todos elegantemente vestidos. Padre, madre, abuela, hermano, cuñada y un pequeño de tres años.  Todos parecían psicológicamente preparados para recibir la visita, salvo el niño, que al parecer, por ser niño, no asímiló la preparación del todo y quizá no había logrado asociar las palabras de previamente escuchadas con la imagen a ver en el momento dado, pues cuando Cristina se acercó a darle un beso, se retiró llorando hacia los brazos de su madre.
Cristina sintió una gran sensación de frustración, pero la madre del niño acudió en su auxilio cuando se dirigió este dicíéndole dulcemente:
-          “No te asustes, nené.  Es una linda muñeca de Chocolate. Ven para que la beses.”
  Al sonido de la palabra “chocolate”, el niño reaccionó.  Primero estiró la mano con cierto temor y al ver que no sucedía nada, la tocó. Ya, más lleno de confianza y a insistencia de la madre, se dejó besar.  Pero a partir de ahí ya nadie le pudo quitar a Cristina el nombre de “la muñequita de chocolate” y cuando salieron a la calle, la reacción de las personas fue la misma que la del niño.  Todos querían olerla y tocarla y terminó ganándose la simpatía de los vecinos y amistades de la familia que la veían como una nueva y graciosa adquisición.
 Llegado el domingo, hora de partir, Cristina debería  adelantarse pues tenia la última prueba de su carrera el lunes por la mañana. Pavel tuvo que quedarse unos días más por motivo de tener que arreglar sus documentos para un próximo viaje a Cuba con motivo de su matrimonio con Cristina,  ya que así lo exigían las leyes migratorias de los países socialistas.  Con visa de casado o de “fiancee” era posible y fácil viajar a los países capitalistas desde el Gigante Rojo. Ella, tan pronto recibiera su diploma de graduada, viajaría a Cuba con su traje y ajuar de boda comprado en Moscú con el fin de preparar las condiciones para su casamiento que se celebraría en unos días a la llegada de Pavel.
 Como siempre que viajaba, volvió a tener la suerte de encontrar asiento junto a una ventanilla sin que nadie la molestara a su lado.  Los pasajeros pasaban por su lado y aunque vieran el asiento vacío contiuaban hacia otro vagón.  Esto fue algo que agradó a Cristina acostumbrada a la viscicitudes de tranporte en su país.  Era una suerte, según pensaba ella, estar en un país donde se podía viajar comodamente sin que nadie te atropellara al subir, al bajar o al sentarse. Se acomodó en su aiento y se durmió por largas horas.
  Ya caída la tarde, el tren hizo una parada por diez minutos en una estación. Antes de que estuvieran listos para partir, una señora entrada en años, alta con vetas canosas en su rubio pelo, subió al tren. Miró hacia ambos lados y vió el asiento al lado de Cristina, después de un “sdrazvuitie” y un “izvinitie” en perfecto ruso, se sentó a su lado.  La señora tenía los ojos y la nariz muy rojos.  Se notaba que había llorado mucho hasta hacía momentos recientes. Cristina la miró y le sonrió levemente y dirigió su mirada hacia afuera del tren.
 Pasado unos minutos comenzó a sentir unos apagados sollozos.  Se volvió hacia la señora y comprobó que continuaba llorando. Como cubana, humana y solidaria, haciendo uso del dominio del idioma, le preguntó:
-          “¿Qué le pasa señora? ¿Se siente mal? ¿La puedo ayudar en algo?
  La señora, al oir que le hablaban en su idioma y de forma tan cariñosa, se sintió aún más sensibilizada y rajó a llorar aún más desconsoladamente.
Cristina se asustó y pidió agua a la ferromoza para darle a la consternada señora, que intentaba decir algo pero cuyas palabras entrecortada por los fuertes suspiros no logran hacerse entender.
  La ferromoza, con  el ceño fruncido, le trajo el agua y se marchó de inmediato.
Cristina acompañando el vaso con tiernas palabras de consuelo, logró que la señora bebiera el agua y se calmara.
 Pasados unos minutos, la señora, con cierta lograda ecuanimidad le dijo:
-          Muchas gracias.  Es Ud. muy amable.  Yo no esperaba otra cosa de Ud, por eso me senté aquí.
-          ¿Si? Bueno – contestó Cristina – Ud. dirá en que puedo servirla.
-          Bueno, no tanto como servirme, pero… quizá si, quizá me sirva para desahogarme.  ¿Me podrá Ud. escuchar?
-          Por supuesto.  La escucho.- contestó Cristina- presta a escuchar el sufrimiento de la mujer y dispuesta a darle el consuelo que se merecía un alma apenada al punto de abordar a una desconocida en un tren para desahogar su dolor.
-          Yo soy de un pueblito bastante alejado de Leningrado, donde vivía con mis padres y hermanos. Siendo muy joven me fui a estudiar medicina a la Universidad.   Allí conocí un muchacho de origen africano que cursaba el último año de la carrera.  Ya casi se recibía de médico.  Nos enamoramos y vivimos un bello romance. Cuando ya casi terminaba la carrera, descubrí que estaba embarazada. Al comunicárselo  me  propuso mandar a buscar a mis padres  ponerlos al tanto de la situación para que consintieran en el matrimonio y llevarme a vivir con el a Africa. Asi lo hicimos.  Cuando llegaron mis padres y conocieron a mi novio, se insultaron y se negaron a permitir que me casara con un negro.  Acto seguido mis padres, casi me arrastararon y me llevaron de vuelta a casa.  Al llegar a casa y conocerse la noticia, mi familia y mis amigos me rechazaron.  Mucha gente me escupió la cara.  Me encerré en casa hasta parir mi hijo.  Cuando este nació.  Pasé un curso de entrenamiento de enfermera y comencé a trabajr en un hospital.  Aunque mi hijo era tan blanco como yo, la gente nunca olvidó que yo había tenido relaciones con un negro, por tanto nunca más hombre alguno se me acercó.  Fue como si mi cuerpo se hubiera quedado impregnado de un  olor repugnante que me era imposible borrar.  Para todos yo inspiraba asco.
Del padre de mi hijo nunca volví a saber. Deduzco que al terminar su carrera regresó a su país Y como yo era joven y con deseos de rehacer mi vida, me fui del pueblo a otro lugar donde nadie me conocía ni supiera el origen de mi hijo.  Allí me encontré al que luego fue mi esposo y tuve una niña tan rubia y blanca como el mayor.  Mis hijos crecieron como hermanos sin que jamás nadie supiera de mi pasado.
Per los tiempos pasan.  Mis hijos se hicieron hombres y mujer y cada uno hizo su propia familia. Precisamente por eso ahora viajo hacia donde mi hijo.  El ha tenido un terrible disgusto con su esposa y se quiere divorciar.  Le ha pegado a la pobrecita, acusándola de adulterio porque ha parido un hijo negro.  Ahora, ¿Cómo yo le explico a mi hijo que la sangre negra que lleva el niño es la de suya, porque fui yo la que se acostó con un negro cuando era joven? ¿Hasta cuando debo pagar por haber cometido lo que todos consideran un abominable crimen?
Cristina se quedó en una pieza. Apartó la mirada de la mujer que seguía suspirando entrecortadamente y reclinó su cabeza en el espaldar de su asiento.  No lo podía creer.  No podía ser posible que en ese país pudiera darse semejante situación.  Eso no podía ser verdad de la mujer. Sintió desprecio por ella.  Ella debía ser un elemento aislado de la sociedad, un elemento raccionario e incivilizado de los que todavía quedaban en esos años ochentas.  Decidió no mirarla más durante lo que quedaba de viaje. Así lo hizo.
 Después de establecidas todas las coordinaciones con Pavel, diploma en mano, ajuar en maleta y muchos besos de despedidas acompañando unos simples “hasta luego”, “nos vemos en Cuba en unos días”, “no olvides tu traje negro”, “recuerda llevarme las flores de aquí”, Cristina voló hacia La Habana a esperar su prometido.
Acorde a lo programado, Pavel debería salir de su peblo en una línea checa hasta Praga.  Dormiría en Praga en un hotel y por la mañana tomaría la línea internacional Praga-Frankfurt – Madrid- Habana.  Aquí estaría Cristina en el aeropuerto con un cartel con su nombre para llamar su atención.
  Según lo acordado, Pavel telefoneó a Cristina  momentos antes de su salida hacia Praga.  Una vez en Praga la llamó momentos antes de su salida para Frankfurt.  Pero a partir de ahí no tuvo más noticias.  Cristina pensó que debido a lo largo del viaje le hubiera sido imposible llamar y esperó a la hora convenida en el aeropuerto de La Habana.  Pero no llegó.  Temiendo que algo malo pudiera haberle pasado se dirigió a la oficina de tráfico de vuelos y pidió información:
-          El vuelo se había llevado a cabo normamente sin ninguna interrupcion.
 Se dirigió a miembros de la tripulación con una foto de Pavel para preguntar por él:
-          Ese pasajero se bajó en Frankfurt y no volvió a abordar el avión. Es posible que como otros esté del lado allá del Muro de Berlín. 
Cristina volvió a su casa silente. Tardó varios días en comentarles a sus padres sobre lo sucedido.  Encerrada en su cuarto hizo un recuento y análisis de pasados detalles que no había querido tener en cuenta durante mucho tiempo.
  Recordó la frase “Muñequita de chocolate”, el viaje sola en el tren al lado de un asiento vacío, la mirada de la ferromosa y la historia de la mujer del tren. ¿Cómo pudo ser posible que no se hubiera dado cuenta? ¿Cómo era posible que en el país de la perfección se pudiera dar semejante situación? ¿Cómo era posible que en su propio país se practicaran patrones de conducta tomados de ejemplos de aquella nación tan poderosa?
De pie, frente al espejo, podía ver detrás de ella su traje de novia colgado en un perchero esperando el momento de ser usado, mientras acariciaba  su rostro y brazos tratando de aliviar el dolor que le producía su piel.