Autora: Madalina Cobián
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Acacia:
Científicamente: Árbol leguminoso. Pertenece a la familiaFabaceae. Necesita de un lugar fresco para invernar y en verano le es indispensable abundante riego, con abono incluido. Se les considera arboles fijadores de nitrógeno que contribuyen a la fertilidad del suelo y crea mejores condiciones para el desarrollo de otras plant
as. Son de rápida germinación y de fácil cuidado. En la antigüedad era considerada una planta maravillosa por sus propiedades curativas y hasta se le creía ahuyentaba la mala suerte. En Egipto fue muy conocida y se le utilizaba en la construcción de embarcaciones, estatuas y muebles. De flores blancas olorosas en racimos. Su dura madera fue utilizada en la fabricación de artículos, objetos, y monumentos, por cuya importancia debían perpetuarse hasta la eternidad. De ahí que de esta madera fue fabricada el Arca de la Alianza que conservarían los Diez Mandamientos grabados en piedra por Dios a Moisés en el Monte de Sinahí.
Simbólicamente: Fue precisamente un árbol de Acacia el que escogiera Dios para presentarse ante Moisés en el Monte de Sinahí. Un árbol lo suficiente puro como para servir de hospedero al Supremo Hacedor; un árbol lo suficientemente fuerte para arder en el fuego divino sin consumirse. Las flores de la Acacia representan la pureza y la fragancia multiplicadas, la fertilidad, mientras que su madera representa la perpetuidad; por tanto un ramo de Acacias es el símbolo de un grupo de mujeres de altos valores y principios cuya misión es perpetuar, además de la especie, los valores que debe llevar intrínsecos la clase humana para perfeccionarse.
La mujer cubana, desde tiempos remotos, o más bien, desde que su país comenzó a tener conciencia de cubanía, se tornó en una mujer versátil y flexible, que aprendió a crecerse, desdoblarse y multiplicarse, tratando de abarcar todas las esferas de la sociedad en la que pudiera ser útil, en la que siempre ha dejado su cuño de cubanía, con su perfume y musicalidad, abrazándola con amor y material cariño, para no dejar caer esta sociedad, y con paciencia e inteligencia, la ha educado, la ha guiado, para sacarla de la oscuridad y salvarla del peligro y la opresión.
La mujer cubana, no sólo ha sido desde finales del siglo XIX hasta el momento, una mujer austera, rígida y recta, como lo exigían los patrones de conducta impuestos por la religiosidad colonial, sino que, gracias a la mezcla de las razas y culturas existentes en el país, se convirtió en un prototipo de mujer, propio y único de un país como Cuba: sensual, musical, inteligente, guarachera, amorosa, y comprensiva, sobre todo en cuanto a abrazar las causas justas sociales y fundamentalmente, cuando esa causa es la que ha abrazado su esposo o compañero en la vida.
Esta mujer, que ha sido además de madre, esposa y revolucionaria, identificada siempre con todas las causas nobles que ha enfrentado su país, fue la que escogió ese Pequeño Gran Hombre, corto de estatura y largo de ideas, el Masón Gabriel García Galán, abogado y maestro, Ex - Gran Maestro de la Masonería Cubana, para que fuera la representación femenina de la Institución del Compás y la Escuadra.
Teniendo en cuenta los Antiguos Límites Masónicos, que todavía existen, costó mucho trabajo que la Institución accediera a la proposición de García Galán de que se creara una Orden fraternal femenina que practicara los mismos principios que la Masonería. Pero como la tenacidad de ese Masón fue muy grande, y el curso del tiempo mostró que la presencia femenina se tornara necesaria, sino dentro de la Orden Masónica, por lo menos, paralela a ella y a pesar de que todavía existen muchos miembros que se han opuesto a la existencia de la mencionada orden femenina, no fue hasta el 21 de Marzo de 1937, que naciera la Orden “Hijas de la Acacia”.
La Orden “Hijas de la Acacia”, institución autónoma e independiente, con sus propios estatutos y reglamentos, siguiendo los postulados de la Masonería de Libertad, Igualdad y Fraternidad, pone en práctica su tríptico de: “Paz, Amor y Caridad”.
Hablemos de lo que significa ese tríptico para la Acacia.
Paz.- No sólo significa ausencia de guerra, ni aparente tranquilidad. Paz
no significa estar en un lugar sin ruidos, sin trabajo duro ni sin
dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas esas
cosas, permanezcamos calmados en nuestro corazón. También
significa la tranquilidad espiritual, la armonía del hogar, por donde
comienza la armonía social, dada por el sentido del respeto y la
igualdad entre los hombres. Eso no significa que en un momento
determinado, abrazando una causa justa, las Acacias se
manifiesten por la defensa de la Patria, ya que estas abogan por la
justicia social.
Amor.- Hacer el bien por el placer de hacerlo, aunque ello implique
sacrificio de su tiempo y economía, únicamente remunerado con
la satisfacción espiritual de haber cumplido con el deber de
hermana. También significa el amor al trabajo creador que
contribuya al cambio y evolución de la sociedad y el universo. Y
también al amor por el conocimiento que enriquece el alma y da la
sabiduría para tomar decisiones que contribuyan a emancipar a la
mujer.
Caridad. La Caridad no es donar lo que nos sobre, sino compartir lo poco
que se tiene con el hermano enfermo o en desgracia. Es
compartir el conocimiento y el cariño con quienes lo necesiten. Es
iluminarlos para que hallen el camino de la perfección. Ilustrar es
llevar la luz a los que no ven por su ignorancia, por tanto, enseñar,
es una forma de practicar la caridad.
La Acacia, es una mujer cubana cuyo objetivo es perpetuar su especie impregnada de valores universales por el desarrollo de la humanidad y la perfección de la humanidad. Perfumada y agrupada como la flor y perpetua como la madera, podemos decir que ella una “Hija de la Acacia” es una mujer cubana con proyección universal.
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