Thursday 9 June 2011

El papel del Acacismo en la sociedad Contemporánea

Academia Cubana de Altos Estudios Acacistas
“Leonor Valdés Barrabí”

Obra ganadora Concurso 2000

Tema : El papel del Acacismo en la sociedad contemporánea.

Autora: Madalina Cobián González
Académica de Número
Benemérita Logia # 1 “ Hijas de la Acacia”.
La Habana, 21 de Marzo, 2000

INTRODUCCION

Por ser la mujer cubana un ser tan versátil y flexiible, que se crece se desdobla y se multiplica, tratando de abarcar todas las esferas de la sociedad en la que puede ser útil, en la que deja su cuño de cubanía, con su perfume y musicalidad, abrazándola con amor y maternal cariño, para no dejarla caer, que con paciencia e inteligencia, la educa, la guía, para sacarla de la ignorancia y la oscuridad, y la salva del peligro y la opresión, e es muy difícil encasillar mi trabajo, dedicado a tratar el tema “ El Papel del Acacismo en la Sociedad Contemporánea”, en sólo una época e este siglo, ya que la Acacia no es más que una mujer cubana con proyecciones universales, que se traslada en el tiempo y en el espacio, de época y países, y aunque sufra algunos cambios, no deja de ser la que fue, es y será siempre: una mujer cubana.
Por ser esta mi visión de la Acacia, titulo mi trabajo:
“Acacia en cuatro tiempos”
Primer Tiempo.
Y eran tiempos en que algunas hacían girar sus elegantes trajes sore los brillantes pisos de salones engalanados, al compás de una contradanza, sin más aspiraciones que cumplir con el deber que su sexo les impuso, sin otra aspiración que se esposa y madre, pero que a escondidas, bordaban banderas y cosían uniformes, mientras otras se lanzaban a la manigua con sus esposos e hijos después de quemar sus casas, a combatir por la libertad de Cuba, otras se asían a la pluma, para denunciar las injusticia, algunas tomaban el traje de enfermera, otras el fusil y muchas se desprendían de sus riquezas por la causa, mientras otras, marchaban al extranjero, para desde allí, preparar la lucha por la Patria.
Llamáranse Mariana, Manana, Emilia, Martha, daría igual, todas tenían un objetivo en común, el amor a la Patria libre, el valor por el sacrificio por una Cuba cubana, el sentido del derecho a la libertad, único derecho que podían entonces defender y que sería precursor de otros derechos que más tarde defendería el Movimiento Feminista, representado por estas mismas mujeres valientes de finales de Siglos XIX e inicios del XX. Mujeres que también supieron sacrificar la Paz del Hogar, por la Paz de la Patria, el amor de sus hogares, por el Amor de la Patria, y que en todo tiempo practicaron la Caridad, ya bien con dinero, asistiendo enfermos, salvando vidas, compartiendo su pan, consolando al afligido, o alentando espíritus.
Esas, que sin conocer como tal, nuestro tríptico de fe, lo practicaron, que no conocieron más bandera que la de la estrella solitaria, que jugaron el papel de Luchadoras por la Libertad en su época, como lo hubiera hecho una Acacia de nuestro siglo, que nos sirvieron de paradigma para ser hoy lo que somos, también fueron Acacias, porque ser una Acacia es: ser una mujer cubana con proyección universal.
Segundo Tiempo.
Y eran tiempos en que ya teníamos bandera, comenzaba a florecer el siglo y se bailaba el danzón. Tiempo en que aquel Pequeño Gran Masón, concibió y fraguó la idea de concentrar en una flor todas las virtudes de la mujer cubana. Y de nuevo esta se desplegó como un manto de pureza, e desdobló mostrando sus capacidades y se multiplicó fértil y magnánima. Y practicando su tríptico, se entregó a la sociedad por entero, a trabajar, a estudiar, a educar, a investigar, a curar, a practicar, a practicar cuanta arte y ciencia surgieran a favor de la humanidad y sobretodo, sin olvidar el papel de madre y esposa, y sin olvidar el suave y elegante contoneo de sus caderas al ritmo de un son, porque una Acacia es una cubana, y decir cubana es decir: “ es la Perla del Edén porque es graciosa y baila bién”.
Juega en estos momentos, su papel de fundadora, creadora y educadora que la sociedad le asigna, y encontrándose en pleno cumplimiento del deber, las transformaciones sociales la obligan a cambiar sus designios.
Entonces, se crece, se yergue alta, recta y firme como una columna y se multiplica en forma de muchas Jaquines y Boazes, para sostener su templo. Para salvar el móvil de su creación y como cubana, reacciona como la Bayamesa, Al grito de la Patria, todo lo deja, todo lo quema, para la Acacia, salvar la Orden, es su misión.
Y sosteniendo su templo, se mantiene inmóvil, tolerando las inclemencias del tiempo, el pasar de los años, y sosteniendo su templo, envejece con él y aunque falten las fuerzas, el agua y el pan, sabe cumplir con este nuevo deber, por eso podemos decir que juega el papel de Salvadora de la Orden, en espera de que crezcan y maduren las nuevas generaciones que han de aliviarla de ese gran peso y levar a cabo la tarea comenzada por ella, con más fuerzas, nuevas alegrías, nuevos ritmos, y hacia nuevos lares porque las nuevas Acacias son también mujeres cubanas con proyecciones universales.

Tercer Tiempo.
Y son tiempos en que entra a jugar su papel, una nueva Acacia, que con su espíritu renovador, el puntero en la mano, una sonrisa en los labios y la alegría que la caracteriza, va buscando, persiguiendo, rescatando los viejos valores humanos perdidos en tiempos de tormenta, para sembrarlos en los corazones de los jóvenes y guiarlos para hacer de ellos, hombres y mujeres del futuro, con principios tan sólidos como las columnas del templo.
Y son tiempos, en que la sociedad está desgraciadamente infectada de plagas, de vicios, de injusticia y deshumanización, dentro de un contexto de carestía y vicisitudes. Y de ahí, que tiene que surgir una mujer con fuerza moral y espiritual suficientes para enfrentar esas plagas, con conocimientos suficientes para combatirlas, y con un corazón lleno de ese amor, capaz de convertirse en valentía para enfrentar esa guerra, por lo que surge esta nueva Acacia.
Esta nueva acacia, que se ueve y tiene que moverse a un ritmo más violento acorde a la sociedad en que vive. Que cambia la máquina de escribir por la computadora, el escalpelo por el rayo lasser y que comienza a adentrarse en todo lo que durante muchos años había sido desconocido y oscuro para ella. Que se sumerge en la vorágine del mundo moderno, para salir de ella con la copa de la victoria en mano. Que nada le es ajeno, que tiene criterio y participación en todas las esferas de este mundo social donde haya algo humanamente útil que hacer, sin olvidar el rinconcito donde mora con los suyos: su hogar, su principal objeto de amor y sacrificio.
Esa. Esa es una Acacia.
Si e s una cubana que continúa brindado amor desinteresadamente a su pareja, que prefiere la carencia material a la abundancia obtenida mediante la corrupción, que no vende sus principios, que juega y debe jugar un papel ejemplarizante en todos los momentos de su vida, aun cuando se esté divirtiendo al ritmo de una salsa. Esa. Esa es una Acacia.
Una cubana que practique su tríptico de Paz, Amor y Caridad en cualquier circunstancia que se halle. Que pueda desempeñar cualquier función a la par de cualquier profano o Masón. Que se desprenda de su egoísmo y ambiciones personales para sostener verdaderas relaciones fraternales con los demás, en su centro de trabajo, de estudio o en el hogar. Esa. Esa es una Acacia.
Una cubana que educándose a si misma, instruyéndose y llenando su mente de pensamientos altruistas, que pueda eliminar las ajas pasiones y la mezquindad que se alberguen en los corazones de los superficiales y de los ignorantes. Esa. Esa es una Acacia.
Una cubana incapaz de deducir, ni razonar, que no estudie, ni evolucione intelectualmente, que contribuya al estancamiento espiritual y demore el progreso. Esa. Esa no es una Acacia.
Una cubana renovadora de ideas, que rinde culto al honor y a la verdad, que disipa la ignorancia, combate el vicio e impone amor a la humanidad. Esa. Esa es una Acacia.
Una cubana que tenga que ser reconocida por el masón como el masón de la Leyenda reconoce a su Acacia, y no a la sombra de este, si no a su lado, como le corresponde estar.
Una acacia es, y de e ser una mujer cubana que pueda representar su Orden y su país en cualquier lugar del mundo.
Una mujer, que para un hombre sea: digna de respeto; para un niño: una maestra; para un anciano: la seguridad; para una mujer: una hermana. Porque una Acacia es una mujer cubana con proyecciones universales.
Cuarto Tiempo.
Y serán tiempos que sin diferencias ni prejuicios, sin prepotencia ni orgullo, vuelen juntos Masón y Acacia, hacia un mismo objetivo, como las dos alas de una misma paloma blanca, regando la simiente de la paz, condenando la guerra, guiando la juventud, defendiendo la Patria y amando el hogar.
Será esta una Acacia liberada de prejuicios, de pensar elevado, y de amor profundo que sabrá derramar sobre la humanidad.
Será una acacia prometedora de bello futuro, premiada de altos valores que hagan que el Masón no pueda decidir por sí solo sin antes consultar con su sabia compañera.
Será una Acacia comprometida a alcanzar y lograr los ideales de la Masonería Universal.
No importa cual sea su baile. No importa que ropa vista. Su valentía mezclada con su perfume, la harán capaz de lograr sus metas, porque una Acacia es una cubana con proyección universal.
Conclusiones.
Cuando Dios creó al hombre, no satisfecho con su obra, tomó una de sus costillas y formó el cuerpo de la primera mujer. Desde entonces, la mujer ha sido el complemento del hombre.
Pero la nueva acacia, la universal, no se conforma con ser complemento, aspira a ser parte equitativa del verbo, de la acción de la vida masónica.
La Acacia, haya sido Luchadora por la Libertad, Fundadora, Renovadora de la Orden, Prometedor de un futuro Masónico, al cumplir con su tríptico de fe, Paz Amor y Caridad, ha puesto en práctica los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad, sin fronteras de tiempo ni espacio, por eso, reitero, es y debe ser una cubana con proyección universal

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